Fomentar la lectura en los niños y niñas en su primera infancia redunda en un mejor rendimiento académico posterior.
La ausencia de lectura durante los primeros seis años de vida puede producir efectos perjudiciales en el desarrollo de los niños. La primera infancia es un periodo crucial en la vida, en ella se desarrolla el 80% del cerebro de los infantes. Junto con ello se produce un desarrollo físico, cognitivo y social que impactará de forma significativa la vida y el futuro de los infantes.
Ante esto, existe consenso entre los especialistas sobre la importancia de que durante este periodo los niños cuenten con los cuidados y la estimulación adecuada para que puedan alcanzar con éxito un desarrollo integral.
Una forma de estimular a los infantes durante la primera infancia es a través de la lectura, ya que los investigadores concuerdan en que los bebés comienzan a leer a finales del tercer mes o a inicios del cuarto mes de gestación, cuando son capaces de leer la voz de su madre.
Durante los primeros tres años de vida, los bebés ingresan al lenguaje siendo capaces de percibir los ritmos y las repeticiones de las canciones de cuna, y los arrullos que su madre o cuidador le canten. Y tendrán su primer acercamiento al lenguaje poético. Durante esta etapa experimentarán sus primeros acercamientos a los libros como objeto, comprendiendo la existencia del “mundo otro” existente en ellos.
Desde los tres a los seis años se producirá otro gran hito en su desarrollo. Ingresarán al lenguaje escrito y a los sistemas educativos más estructurados, apoyados por el surgimiento del pensamiento simbólico y por el aumento de sus capacidades lingüísticas. Se verán desafiados al proceso de alfabetización inicial que demandará el uso de los aprendizajes adquiridos previamente.
Fomentar la lectura para el desarrollo de los niños
La educadora colombiana Yolanda Reyes señala que uno de los grandes problemas que enfrenta la educación en Latinoamérica está dado por la inequidad en la bases educativas y de alfabetización que presentan los niños. Las dificultades se producen porque gran parte de los infantes han participado de escasas o nulas experiencias de estimulación y lectura. Mientras que un grupo reducido de ellos ha sido constantemente estimulado durante la primera infancia.
Esto resulta preocupante, debido a que esta inequidad traerá consecuencias para la educación de los niños menos estimulados. Ellos deberán sortear una serie de dificultades que no dependerá de sus esfuerzos, “sino de lo que su ambiente social y cultural les ha brindado o negado en estos años cruciales” de desarrollo.
Por el contrario, los niños que gozaron de experiencias constantes de estimulación y lectura compartida, antes de aprender a leer textos escritos, se verán beneficiados por estas prácticas y su rendimiento académico será mayor, produciéndose el denominado efecto mateo.
En tanto, Teresa Colomer señala que el efecto mateo se manifiesta, por ejemplo, en “la adquisición del vocabulario. Leer lleva a aprender palabras que facilitan la lectura, de modo que la brecha entre los lectores y no lectores no deja de ensancharse a medida que los niños crecen”.
Ante este estado de las cosas, no es posible obviar el hecho de que la ausencia de la mediación lectora por parte de los adultos hacia los niños es más que necesaria. Es un deber del que dependerá su futuro y la vida que puedan construir. Por lo mismo, es necesario generar iniciativas que se hagan cargo de entregar herramientas a los padres, abuelos, educadores, etc. Ellos serán los encargados de fomentar y mediar la lectura con los niños.
Chile y el desarrollo de la primera infancia
Adquirir formación como mediadores de la lectura es muy importante. Esta labor trae consigo algunas complejidades, por ejemplo, al momento de seleccionar la obras. En ocasiones existe una concepción errada de lo que sería adecuado de leer con los niños y se privilegian obras con fuerte carácter educativo más que artístico. Se tiende a instrumentalizar una práctica que debería estar ligada al disfrute y al placer que produce leer en compañía de un adulto significativo como una madre, un abuelo o una educadora.
Dicho lo anterior, existen algunas iniciativas que buscan capacitar a los padres de los infantes y a las educadoras y agentes educativos que trabajan en su educación formal. Es decir, en sala cunas, jardines infantiles y escuelas.
Se trata, en su mayoría, de manuales, guías, o documentos en los que se problematiza la importancia de la lectura, se entregan orientaciones sobre cómo ejecutarla y sugerencia de obras. Mientras que las iniciativas de capacitación presencial son minoritarias. Como el diplomado impartido por Lectura Viva o el aprendizaje que se pueda obtener de la asistencia con los niños a las guaguatecas que se encuentran en algunas de las bibliotecas del país.
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