Los nuevos aranceles de Trump imponen un desafío clave para las exportaciones chilenas: conservar su competitividad en un escenario incierto.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sacudido nuevamente el tablero del comercio internacional con una medida que promete generar repercusiones importantes en América Latina: la imposición de un arancel base del 10% a las importaciones provenientes de la región, incluyendo a Chile.
Aunque no se trata de una medida exclusiva ni discriminatoria, su alcance generalizado pone en jaque los acuerdos comerciales existentes y plantea nuevas incertidumbres para el país.
Según explica el profesor Salvador Aravena, profesor del curso “Técnicas de comercio exterior en Chile y Latinoamérica” de Teleduc, esta decisión representa un giro proteccionista que prioriza la industria nacional estadounidense, incluso por encima de compromisos adquiridos en tratados como el de libre comercio que Chile mantiene con Estados Unidos desde 2004.
“Trump está utilizando un resquicio legal al aplicar el mismo arancel a varios países. No es una medida específica contra Chile, pero sí pone presión sobre nosotros para renegociar términos”, afirma el experto.
Desafío a exportaciones chilenas
Chile mantiene una relación comercial sólida con Estados Unidos, siendo este último uno de sus principales socios en exportaciones. Productos como el cobre, las frutas, el vino, y los pescados y mariscos representan una parte significativa del intercambio. El aumento de los aranceles implicaría un encarecimiento inmediato de estos productos en el mercado estadounidense, lo que podría reducir su competitividad frente a proveedores no afectados o con menores tarifas.
“El precio del producto chileno que antes se vendía a 10 dólares podría llegar a los 20, lo que da ventaja a la industria nacional estadounidense o a competidores de otros países con menores aranceles”, advierte Aravena. Esto podría traducirse en una disminución de la demanda y en efectos negativos para productores y exportadores nacionales.
Efectos colaterales: inversión y relaciones regionales
Otro impacto importante que podría derivarse de esta medida es el enfriamiento de la inversión extranjera directa en Chile. Muchos inversionistas han apostado por el país debido a su estabilidad y acceso preferente al mercado norteamericano. Sin embargo, si los productos chilenos pierden competitividad por el alza de aranceles, estas inversiones podrían redirigirse a países con condiciones más favorables.
“La inversión extranjera, sobre todo en sectores como la minería o la agroindustria, podría disminuir si el destino final de esas exportaciones es Estados Unidos. Nadie quiere invertir en un país cuyos productos van a llegar más caros al consumidor final”, explica Aravena.
Además, esta política comercial podría tensionar las relaciones comerciales dentro de América Latina. Países como Perú, Argentina, Brasil o Colombia se ven igualmente afectados, lo que abre la puerta tanto a nuevas alianzas regionales como a una competencia aún más feroz por captar mercados alternativos.
¿Y el tratado de libre comercio?
A pesar de que el Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados Unidos debería ofrecer una capa de protección frente a medidas unilaterales, la estrategia de Trump de aplicar aranceles de manera generalizada busca precisamente sortear las restricciones legales de los tratados.
“Trump ya aplicó esta estrategia con Canadá y México: amenazó con medidas similares, pero terminó negociando. Con Chile puede suceder lo mismo. Pero mientras tanto, se instala un clima de incertidumbre”, sostiene el académico.
Salidas posibles para este desafío: diversificar las exportaciones chilenas
Frente a este desafío, la alternativa más lógica sería acelerar la diversificación de los mercados de las exportaciones chilenas, buscando oportunidades en Asia, Europa u otras regiones. Sin embargo, Aravena advierte que esto no es tarea fácil ni de corto plazo. “Hay contratos firmados, relaciones comerciales establecidas, y no se puede cambiar de mercado de la noche a la mañana. Además, otros países también estarán buscando nuevos destinos, lo que aumentará la competencia”.
A esto se suma un posible efecto en el mercado interno: si productos importados desde Estados Unidos también ven sus precios incrementados, como en el caso de tecnología y maquinaria, los consumidores y empresas chilenas podrían verse afectados por una cadena de alzas de precios.
Exportaciones nacionales: futuro incierto, pero negociable
El alza arancelaria de Trump representa una amenaza real para la economía chilena, particularmente en sus sectores exportadores más sensibles. Pero también abre la puerta a nuevas negociaciones y alianzas que podrían, en el mediano plazo, fortalecer la posición internacional del país.
“La clave estará en cómo Chile y sus vecinos enfrenten este nuevo desafío. Se necesita una estrategia conjunta, una voz regional que permita defender nuestros intereses sin entrar en una guerra comercial que a nadie conviene”, concluye Aravena.