La educación financiera, en términos simples, son aquellos conocimientos y habilidades que permiten comprender y utilizar de mejor forma los productos financieros con el fin de mejorar nuestro bienestar.
Todas las personas nos encontramos sujetas a restricciones. Posiblemente las más usuales sean el tiempo y el dinero. Esta última es abordada por las finanzas personales, que consisten en “nutrirse” adecuadamente en educación financiera para resolver los problemas diarios.
Un punto importante: nadie es infalible. Muchas personas que enseñan educación financiera lo hacen partiendo de su propia experiencia, considerando que han cometido errores financieros como, haberse sobreendeudado solo enfocándose en el consumo; haber tomado inversiones demasiado riesgosas que involucraron cuantiosas pérdidas, o simplemente sentir que perdieron el control sobre su dinero.
En consecuencia, debemos considerar qué tipo de reglas y comportamientos podemos seguir para mejorar la situación.
¿Cómo comenzar la educación financiera?
Las finanzas personales poseen a lo menos cuatro pilares relevantes:
- el ahorro
- el presupuesto
- el crédito
- las inversiones
Puede que se escuchen como nombres complejos y que solo están reservados para “gente rica”. Sin embargo, son la base para construir un buen vivir.
En primera instancia, hay que tener un cambio de mentalidad. Usualmente cuando se piensa en ahorro, se considera como un residuo, es decir, aquello que “sobró” de los ingresos luego de que la persona pagó todos sus gastos.
Sin embargo, el ahorro debería ser pensado más bien como un objetivo para lograr una determinada meta. ¿Deseo estudiar un postgrado? ¿Irme de vacaciones con la familia? ¿Comprar un auto? Todas estas interrogantes serán la motivación para formar el nuevo comportamiento de ahorro, ¿qué monto y por cuánto tiempo debo dirigir parte de mis ingresos a ese proyecto? Aquello dependerá exclusivamente de lo que el interesado se proponga. No será fácil, pero es un comienzo.
Ahora bien, ¿cuánto ahorrar? Para ello, será indispensable contar con un presupuesto. Esto puede ser un poco incómodo, ya que obligará a ser muy meticulosos y estudiar las decisiones del pasado para tener una idea acerca de mis gastos. Luego, habrá que ordenarse, estableciendo límites claros sobre las categorías que se impulsarán. Si bien puede haber emergencias, lo importante es mantener el hábito en el tiempo.
Una vez que se ordena lo básico de las finanzas personales, ¿cómo sigue?
Con los elementos básicos estructurados, es la hora de acceder a los productos financieros, que usualmente se pueden resumir en crédito e inversiones. El crédito será útil para impulsar proyectos e ideas, ya que entregará liquidez a cambio de pagos hacia el futuro. En ese sentido, se debe tener seguridad sobre cuál es el fin por el que la persona se está endeudando y más importante aún, que se podrá pagar el costo total del crédito.
Por otro lado, las inversiones ayudarán a construir el patrimonio. Hay mucha información sobre ellas y será un desafío determinar bien qué parte de los ahorros deben ir allí. Sin embargo, un par de comportamientos que siempre ayudan son mantener una adecuada diversificación de las inversiones y ser cuidadosos frente a dónde se deposita la confianza, puesto que “no todo lo que brilla es oro”.
Es importante tener presente que rentabilidades excesivamente altas (anormales) pueden ser una señal de estafa o negocios fraudulentos.
En la siguiente charla TED se puede encontrar una impresión general sobre la educación financiera y las finanzas personales:
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